Con el título del artículo se dice practicamente todo lo que voy a contar hoy. Seguro que todos los que estáis leyendo os habéis hecho esta pregunta alguna vez: ¿Qué narices hago yo en este trabajo? o ¿No entiendo por qué sigo trabajando aquí? Ojala que haya sido hace tiempo y las cosas hayan cambiado o quizás te lo estés preguntando en este mismo momento. El vídeo que os dejo a continuación (un anuncio muy bueno) es una forma muy graciosa de presentar esta situación, porque hay que reírse de todo, eso que no se pierda nunca. 🙂
Te levantas cada mañana pensando y recordando las razones que te hacen ir a trabajar, que normalmente acaba siendo el dinero y poco más. Tu productividad disminuye, porque no hay motivación ninguna, las horas pasan lentas y el trabajo es agotador (aunque no hagas nada). Las ganas de involucrarte, de aportar más al equipo, todo eso te da igual. Tu solo miras la hora para poder irte a casa o a dónde sea.
Puedes incluso a desear ponerte enfermo para no ir a trabajar. ¿Os dais cuenta de la barbaridad que eso significa? Preferimos perder nuestra salud, que ir a ese trabajo. Algo no funciona si estamos en ese punto. No somos pocos los que hemos pasado por esto. Y normalmente, como la mayoría de las cosas, no se arreglan solas. Tenemos que hacer algo para solucionarlo. Si no tienes motivación para trabajar, encuentralá para cambiar tu situación.
… o haz de tu trabajo un lugar al que quieras ir…
No estoy diciendo que debas dejar tu trabajo, o por lo menos no te digo que esa es la única solución. Quizás solo hace falta replantearte tu posición en la empresa, o cómo te organizas en el día a día. Quizas te falta motivación por qué te sientes infravalorado, o al revés, el problema es que te exprimen de tal forma que acabas agotado cada día.
Normalmente los problemas no vienen por una sola causa, es cierto que el entorno manda, que tu jefe puede ser un desastre, pero seguro que hay muchas cosas que puedes hacer tu mismo para mejorar tu estado de ánimo y tu productividad. ¿Tienes demasiado tiempo libre? Aprende algo relacionado con tu trabajo, fórmate y demuestra que no necesitas que te den trabajo, sabes buscarlo solo. ¿Estas agobiado? Aprende a delegar o automatiza y mejora tu productividad para sacar más trabajo adelante. Implementa nuevos sistemas de productividad en tu trabajo, prueba cosas nuevas, sugiere ideas al equipo y forma parte activa de la solución, no del problema.
Muchas veces echamos las culpas a los jefes, y debo decir que soy de la opinión que en España lo peor que tenemos son los jefes, que son muy malos y hay demasiados. Pero también he de decir que el empleado tiene también mucho que aportar. Si tu jefe no se preocupa por lo que haces, habla con él, mándale un email y consigue que te atienda. Pero antes de ir a hablar con el, tienes que ir preparado. Estudia tu situación y la de tu empresa, piensa qué puedes aportar, dónde y cómo. Prepáralo todo y preséntaselo a tu jefe, con datos y papeles. A los jefes les encanta ver que no tienes sólo ideas sino que además las sabes llevar a cabo. En definitiva: demuestra que eres útil.
Es cierto que hay jefes que no se comunican lo suficiente con sus empleados (algunos no se comunican en absoluto) pero también es cierto que la comunicación debe funcionar en ambos sentidos. Pocas veces se da que un empleado es completamente sincero con su jefe y al revés, que el jefe sea capaz de hablar a sus empleados con claridad, y cuando este problema sucede (que sucede demasiado y sobre todo en España), ni tu vas a estar bien ni la empresa puede funcionar bien.
Si el jefe es terrible, posiblemente todo esto que te acabo de contar no servirá para nada. Pero creo que en general, el jefe es malo porque no sabe, no porque no quiera saber, que parece lo mismo, pero no es igual (o quizás yo tengo todavía demasiada fe). En cualquier caso, que no sea porque tu no has hecho tu parte para arreglarlo.
Tienes demasiada fé…
Pero que no sea por no intentarlo 😛