Creo que cuando hablamos de motivación (y hablamos mucho aquí) muchas veces la confundimos con la profesionalidad. Este es un artículo respuesta a un muy interesante artículo de Eva Collado (si no saben quién es, ya pueden darle al enlace y guardarse su blog en favoritos, porque hay pocos mejores) sobre la motivación en el trabajo. Así que para entenderlo quizás es bueno echarle un vistazo al suyo primero. Aunque se resume en esta frase:
Y es que por duro que suene … Duchado y motivado se viene de casa.
Y no estoy de acuerdo contigo en eso Eva. A ver si soy capaz de explicar lo que estoy pensando que no va a ser fácil.
Uno no va motivado de casa. Puede ir motivado el primer día, puede ir motivado el segundo, pero si el entorno laboral (o el externo), tu jefe, lo que te toca hacer todos los días no te motiva, puede ser parte culpa tuya, pero normalmente es más achacable al resto y hay poco que podamos hacer para combatirlo (bueno si, dejar el trabajo, pero eso no es una opción para mucha gente).
Hay que tener en cuenta una cosa, el empresario no está en las mismas condiciones que el empleado aquí. Tu vas a trabajar a cambio de una nómina y debes ser un profesional y trabajar en consecuencia, eso sí tiene que venir de casa. Cuando tu aceptas un trabajo, estás aceptando trabajar una serie de horas a la semana a cambio de unos honorarios.
La motivación es otra cosa. Aquí hablamos de profesionalidad.
Profesionalidad
Tu responsabilidad con respecto a la empresa no es ir motivado, feliz y alegre al trabajo (a menos que seas un payaso y lo ponga en tu contrato, que no suele ser el caso). Tu responsabilidad es hacer tu trabajo de la mejor forma posible, es acudir al trabajo y dar lo máximo de ti en él, es no pasar las horas allí y perder el tiempo, es ser capaz de ver las necesidades de la empresa y ayudar para solucionar los problemas que tengan (y podría seguir pero se pilla la idea), es en definitiva, trabajar bien las horas que tienes que trabajar. Y todo eso puede hacerse con una motivación nula e inexistente o motivado completamente, y hablo desde la experiencia personal en ambos casos.
La profesionalidad es lo que hace que con una motivación inexistente nos levantemos día si y día también a las 6 de la mañana para ir al trabajo. Realicemos nuestras tareas de forma apropiada y no dejemos que esa falta de motivación se note. La profesionalidad si es exigible, la motivación no.
Eva, tu preguntas:
¿Cuál es nuestra responsabilidad respecto a ir motivados cada día a nuestro trabajo? Y respondes: TODA.
Y no puede ser. La motivación no está en el contrato. Ni puede estarlo.
No somos responsables de nuestra motivación diaria porque la motivación no es algo que podamos controlar de una forma tan sencilla, porque no depende completamente de nosotros. El entorno, nuestra situación personal (que puede cambiar en un minuto), nuestras necesidades, ¡todo afecta a nuestra motivación diariamente! ¿Cómo vamos a saber cada mañana cómo de motivados vamos a estar pasado?
Imposible.
Tu puedes poner de tu parte
Ahora, también es cierto, y supongo que esto es lo que Eva quería decir en su artículo, que hay una parte de la motivación de cada uno que si depende de nosotros. Enfocar la vida con optimismo, ver las cosas buenas de tu trabajo y no buscar problemas dónde no los hay, o si los hay, asumirlos de una mejor forma. Entender que el jefe también tiene otros problemas y que no todo es culpa suya. Y si tienes claro que el trabajo que haces no te motiva, por mucho que tus jefes hagan lo imposible, pues ya sabes, no es la primera vez que lo digo, hay muchas cosas que puedes hacer, la mayoría ya las comenté en este artículo: Encuentra un trabajo al que quieras ir.
Las empresas no creo tampoco que tengan una responsabilidad en motivar al empleado, es más una necesidad, un requisito o quizás un bonus que deben buscar. Nadie les obliga, de hecho, conozco muchas empresas que ni siquiera lo intentan, y eso no impide que tengan éxito, demasiado éxito. La fórmula mágica de la motivación es el santo grial de las empresas, el problema para ellas es que no hay una fórmula que valga para todos.
Me gusta como lo explican en la wikipedia:
Mientras que la motivación a menudo puede utilizarse como una herramienta para ayudar a predecir el comportamiento, varía considerablemente entre los individuos y a menudo debe combinarse con la capacidad y los factores ambientales para influir realmente en rendimiento y comportamiento. Debido a la función de motivación en que influyen en el rendimiento y comportamiento laboral, es clave para las organizaciones a comprender y estructurar el ambiente de trabajo para fomentar comportamientos productivos y desalentar a aquellos que son improductivos.
Porque la motivación es mágica, la motivación es lo que hace que en tus 8 horas de trabajo, rindas al 120%, que digo al 120%, quizás al 200%. La motivación hace que dejemos de pensar en ser «profesionales» y pasemos a ser parte activa de esa empresa. La motivación nos hace olvidarnos de los momentos malos y dar lo máximo en los momentos buenos. Un empleado motivado es una bendición, aporta más que lo que se espera de él, invierte su tiempo (el suyo personal) en mejorar tu empresa y lo hace gratis (en términos puramente monetarios).
Pero todo eso que nos da la motivación, no es exigible. Es un extra que el empresario debe buscar en sus empleados y que el empleado estará encantado de dar si se dan las condiciones adecuadas para ello, tanto dentro como fuera de la empresa.
¿Y tu qué opinas? ¿es nuestra responsabilidad ir motivados al trabajo?
Hola Angel!!!
Primero de todo encantada de que a partir de mi post haya aflorado este tuyo que me parece realmente bueno.
Si es verdad que no pensamos lo mismo a simple vista, pero si vamos al fondo de la cuestión, intuyo que estamos en perfecta sintonía.
Para mí la profesionalidad lleva implícita muchas cosas, ser capaz de realizar cada proyecto, dar valor añadido, ser capaz de innovar, ser capaz de implicar a otros en su desarrollo, entre otras muchas cosas y la verdad, todo esto supone un esfuerzo considerable que podemos asumir por dos cosas: Una que seamos unos buenos profesionales claro, pero la máquina no se pone en marcha sin nuestra propia motivación empujando todo el proceso.
Pienso que la responsabilidad de la motivación es nuestra por una razón sencilla y práctica… si esperamos a que nos motiven los demás andamos listos y más en los tiempos que corren, al mismo tiempo reconozco que la tarea es ardua y como bien apuntas hay factores importantes que influyen en nuestra motivación diaria como es una situación familiar específica, algun problema grande o cualquier otra cosa que nos pueda afectar y eso haga que tengamos momentos bajos que a veces aunque no queramos se extrapolen al trabajo.
En cuanto a si la motivación es exigible o no depende mucho de la empresa, para mi tal y como te he comentado antes, son dos términos que van de la mano, un verdadero profesional debe estar motivado para llegar al éxito, y no me importa si su motivación es más o menos egoísta… lo importante es que vibre y haga vibrar y sobretodo que lo consiga.
Bueno, no me extiendo más Ángel, sólo decirte que te agradezco mucho este post por que me has hecho reflexionar sobre muchas cosas y lo mejor de todo es he aprendido de ti.
Un fuerte abrazo y para Twitter me lo llevo ;))))
Hola Eva!
Que honor tenerte por aquí. 🙂
¿Aprender tu de mi?! Al contrario!!
Efectivamente lo que nos diferencia, como pasa muchas otras veces, son los matices.
Creo que lo que tu llamas un verdadero profresional, yo lo llamo un buen profesional, y creo que también hay malos profesionales y otros que ni son buenos ni son malos, simplemente cumplen.
La empresa es la que (en teoría) debería detectar a los buenos de los malos y quedarse con ellos.
Luego están los que no son buenos profesionales pero tampoco son malos, son gente normal, y son la mayoría. Y a esa gente es a la que, con una buena motivación se les puede convertir en un aliado perfecto para nuestra empresa.
De hecho, cuando te toca dirigir a un grupo de gente, lo complicado es que te dejen elegir a tu equipo. Te tocan los que te tocan y tu labor de «jefe» es ser capaz de sacar lo mejor de ellos, motivarles si es lo que necesitan, y (re)dirigirles si les sobra motivación.
Un abrazo